Dolor,
insuficiencia, frustración… Que el mundo pende
del
vacío es notorio y angustiante y si embargo, existen
seres
que pugnan por impedir su caída irreparable, su
perdición
absoluta.
La
poesía de Dina Bellrham es, en última instancia, un
sacrificio
de amor, tortuoso, demandante y absoluto, una
ofrenda
motivada más que por el silencioso ser amado,
por
el amado ser del silencio, que nos retorna obsequiado
por
esta poetisa redentora, que se vuelve vieja cuando
escribe,
donando su vida en la savia de su péndola, para
devolvernos
ese silencio que nunca ha dejado de expresarse
en
el vacío de un mundo inerme, pero que ahora,
conmovido
por esta entrega de la libélula extasiada, es un
silencio
agradecido, por haber podido disfrutar por un
momento
apenas, de ser el fecundo sonido radiante y
fugaz,
de la luz.
Jesús Ademir Morales Rojas
Filósofo y escritor mexicano.
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