CON PLEXO DE CULPA: LA AUTORA

jueves, 3 de noviembre de 2011

LA AUTORA

Edelina Adriana Beltrán Ramos

Usa el seudónimo de Dina Bellrham.

Estudiante de medicina en la Universidad

de Guayaquil. Nace el 6 de Julio de 1984

en la ciudad de Milagro. Reside en Guayaquil

y Naranjitos. Mantiene actividad artística en

la red y revistas virtuales.

Ha participado en varios recitales

organizado por los diferentes grupos

poéticos del país. Miembro del grupo

cultural Buseta de Papel.

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EDELINA Y SU COMPLEXO DE CULPA

Autora.- Marietta Cuesta Rodríguez
Cuenca-Ecuador

Cuando conversé contigo sobre ese particular problema, el de Edelina y te fuiste, moviendo la cabeza, me dejaste con un fardo de interrogaciones: Unas verdes, otras pardas, otras grises, blancas, azules, moradas y hasta negras…

Por ejemplo, del ¿por qué de la vida? Del ¿por qué del amor si no es perenne? ¿por qué morimos cada día?, cada noche en el espacio de un reloj. ¿En las horas marcadas por los ojos de la memoria? ¿En el recuerdo? Esto es, morir viviendo y vivir muriendo cada instante, pagando las deudas de los muertos. Esperando esperanzas y quimeras tras los siglos.

Yo, estuve enamorado de Evelina, ella bien lo sabía y te dejé el camino libre de trabas y recelos. Cuando me despedí, pude leer en sus pupilas del por qué de los años, de qué se hacen los años y las sombras? O del para qué y del por qué pasan los tiempos como nubes insomnes, pardas o plomizas al soplo inexistente que sin embargo va golpeando.

Y es, que para Evelina, posiblemente el tiempo no tenía ni pasado, ni futuro, era una prisionera en la redoma del espacio. Era solo Evelina la pobre enamorada, la pobre abandonada del momento. Era solo Evelina viento, soplo, suspiro. Era solo Evelina, Evelina vaivén en tus vaivenes.

¿Le amabas? No ¡hasta siempre! Ese tu amor fue un nunca interminable. Ella, se dejó llevar por tu silencio que se volvía trueno, roca, desierto, polvareda.
Pensaba traspasar contigo el puente que le llevase a la otra orilla del río Kwait, que la lavase de su karma, o traspasar la muralla China que le condujese a otro puerto, en otra dirección para salirse del infierno en que vivía, pero, no…

Yo, yo, volvía persistentemente, se sentía indecisa, esperaba ese hijo, conversaba conmigo acerca de los logicismos esotéricos, inventándose un Dios que era el mismo corazón del mundo. Yo la escuchaba. Ella, insistía:

- Dios, se fue haciendo poco a poco, creciendo paulatinamente, creciendo cautelosamente agigantándose con los hombres, como crece mi vientre. Y repetía como queriendo convencerse:
- Pienso que el ser humano va creando su Dios con sus pensamientos, con sus actos, añadiendo una gota de rocío a ese gran océano azul del Infinito Universal, que es Dios.
- Yo la consolaba, lo intentaba; cuando considerándose en un aparte, me decía:
- Soy guiñapo de hilachas que no aporto nada a la creación, a la existencia.

Minimizando sus aspiraciones insistía en que no era digna de vivir, ni de luchar por nada.

Sentía pena por la extremada carencia de autoestima, intentaba consolarla, insinuando de alguna manera el camino de la felicidad. Ella, se negaba, más bien dicho, tú le negabas la felicidad que lo merecía.
¡Yo la amaba y la dejé en tus brazos, luego la abandonaste por tercera ocasión con ese hijo que fue el fruto del amor por ti!.

Siendo tú el primero en todo, ¿por qué tenía que pagar la culpa de su madre?. ¿De las demás mujeres desde Eva? La dejaste partir, así vencida, ella era en ese entonces solo una colegiala.

Actualmente, la he visto con un montón de pequeñuelos. Eso te debe consolar Yo no me atrevo a justificar tu actitud, el por qué le quitaste tu único recuerdo ese hijo tuyo. Ella que siempre te guardó en su corazón atesorando esa mañana de sol imaginario que tú le diste.

Ella que redecoró el paisaje de bosques y de trinos. Ella que imprimió un tatuaje de tu voz por las lindezas que decías. Ella que preguntó del ¿para qué del mundo? Y tu le dijiste un tal vez, quizás o nunca. Ella que construyó un castillo de arena con las ilusiones que rompieron su corazón arrojándola al abismo del olvido.

Yo, no puedo realizar nada concreto, contra ese determinismo. Soy tan solo un fantasma que miro la vida y sus comediantes en el camino de la nada…